sábado, 24 de septiembre de 2022

"Los analfabetos de hoy" (Jesús Quinteros)


Nunca hasta ahora la gente había presumido de no haberse leído un libro en su vida, de no importarle nada que pueda oler levemente a cultura o que exija una mínima inteligencia.

Los analfabetos de hoy son los peores porque en la mayoría de los casos han tenido acceso a la educación, saben leer y escribir, pero no ejercen.

Cada día son más y cada día el mercado los cuida más y piensa más en ellos. Los medios de comunicación compiten en ofrecer contenidos pensados para una gente que no lee, que no entiende, que pasa de la cultura, que quiere que la diviertan o que la distraigan, aunque sea con los más sucios chismes.

El mundo entero se está creando a la medida de esta nueva mayoría, amigos. Todo es superficial, frívolo, elemental, primario… para que ellos puedan entenderlo y digerirlo.

Ellos son la nueva clase dominante, aunque siempre será la clase dominada, precisamente por su incultura. Y así nos va a los que no nos conformamos con tan poco, a los que aspiramos a un poco más de profundidad ..

Jesús Quintero

sábado, 11 de abril de 2020

El cromosoma "Y" está disminuyendo y podría dejar de existir en el futuro


Retrocede 166 millones de años hacia atrás. Ese es el período donde las primeras especies de mamíferos aparecieron en la Tierra. Desde ese lejano pasado, los cromosomas SRY determinan el sexo del individuo, siendo XX para las hembras y XY para los machos. Sin embargo, con el correr de los años, los cromosomas X e Y han ido tomando caminos diferentes...

En ese entonces, ambos tenían el mismo tamaño y la misma cantidad de genes. Hoy, la situación es bien distinta: el cromosoma Y es 6 veces menor que el X y lleva 12 veces menos genes. Para la genetista Jenny Marshall Graves, de acuerdo a un estudio publicado en Chromosome Research, la tendencia va hacia la desaparición del cromosoma Y, que dejaría de existir en más o menos 4,6 millones de años.

El cromosoma Y va a desaparecer


Los registros biológicos de los últimos 166 millones de años muestran que el cromosoma Y se ha ido degenerando rápidamente, hasta su separación, por la que las hembras llevan XX y los machos XY. 
La principal hipótesis para el debilitamiento constante del cromosoma Y está en la falla de su formación: al contrario de los demás cromosomas, que tienen 2 copias en cada una de sus células, el cromosoma Y solo tiene 1.

Esta solitaria cadena de genes Y solo se transmite de macho a macho. Es decir, los genes del cromosoma Y no sufren una recombinación genética, como una mezcla de gases de información durante la constitución del individuo.

Al no cruzar o combinar sus genes, el cromosoma Y no se libra de las mutaciones genéticas y se degenera de generación en generación hasta que eventualmente desaparece del genoma.

Una evidencia que refuerza la tesis de Graves es la desaparición del cromosoma Y en otras especies de mamíferos. Ella misma descubrió que la especie de ratones japoneses Tokudaia muenninki no tiene ningún vestigio del cromosoma entre sus ejemplares.

La esperanza de supervivencia de los Y


Pero aún hay esperanza para los cromosomas Y. Es cierto que los genomas de los mamíferos han visto sus Y degeneradas al punto de desaparecer en algunas especies, pero en humanos, según otro estudio científico, la degeneración se habría frenado y llegado a su límite.

Al parecer, durante los últimos 6 millones de años, desde que nuestros ancestros y los chimpancés compartieron el árbol genealógico de los primates, el cromosoma Y se encuentra estable y no pierde genes.

Esto sucede porque el cromosoma Y desenvuelve estructuras más resistentes, llamadas palíndromos (secuencias de ADN que son iguales de atrás haca adelante, como «radar» o «arara»). Esa estructuración protege a los genes y hasta puede recuperar aquellos dañados, como si formatearas una computadora borrando un virus y luego restaurases la máquina con una copia de seguridad.

No más Y, ¿no más hombres? 


Bien, si el cromosoma Y define al sexo masculino, ¿qué pasa si desaparece? Teniendo en cuenta la observación en otras especies, no pasaría nada. O, mejor dicho, habría un reajuste genético necesario en el que la creación del sexo se movería a otro cromosoma, como en los ratones japoneses.

En las especies que han perdido el Y, eso fue lo que sucedió exactamente: otras secuencias de ADN asumieron el rol y aún existen machos y hembras. No se sabe con certeza si la capacidad reproductiva se mantendrá o si la herencia genética de padre a hijo sufrirá consecuencias. Pero, de todos modos, este sería un problema de aquí a más de 4 millones de años.